Fallece nuestra hermana Francisca Bauzá

Francisca Bauzá

Fallece nuestra hermana Francisca Bauzá

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Nuestra hermana Francisca Bauzá ha fallecido en Inca (Mallorca) el 3 de agosto de 2020, a los 94 años de edad.

Unas pinceladas sobre su vida

Francisca nació el 30 de noviembre de 1925 en Son Servera (Mallorca) y entró como postulante en la Congregación Pureza de María en Son Serra el 2 de febrero de 1943. Hizo sus primeros votos el 14 de agosto de 1944. Durante su larga vida estuvo destinada en diferentes comunidades de la Congregación: en Valencia, Santa Cruz de Tenerife, Puerto de la Cruz, Barcelona, Roma e Inca.

El destino donde pasó gran parte de su vida fue el colegio de Inca, allí estuvo en dos ocasiones. Desde 1967 hasta su fallecimiento vivió en esa comunidad. Celebró sus Bodas de Oro de consagración religiosa en agosto de 1994. A partir de 2012 su salud se fue deteriorando progresivamente. El 14 de agosto de 2019 celebró sus Bodas de diamante, acompañada por su comunidad y por muchos amigos y conocidos que querían expresarle su agradecimiento por tantos años de entrega al Señor en la Pureza de María.

La H. Francisca, con su bondad y su entrega en las tareas que se le encomendaron, sobre todo como encargada de la cocina en varios colegios y comunidades, supo plasmar el ideal de Madre Alberta de ser feliz haciendo felices a los demás.

Nuestras hermanas recuerdan a nuestra querida Francisca

H. Rosa Camús

«En su deber de cocinera ponía empeño, sin buscarse a sí misma, en prepararnos los platos que sabía que más nos gustaban, sobre todo en tiempo de vacaciones. Gustaba de compartir lo que llevaba en el corazón y ambas nos sentimos muy felices en la Pureza. Si en el cielo, hay comunicación entre hermanos, la Madre la habrá recibido también con un abrazo de hija.

Yo estoy segura de su santidad, pues el Señor lo que nos pide es: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y salvaréis vuestras almas». Y nuestra hermana lo tenía bien aprendido y vivido. Es mi recuerdo agradecido y cariñoso.»

H. Marina Lobenstein

«Hoy quisiera dar gracias a Dios por el maravilloso regalo de haber podido compartir 3 años de mi vida en la comunidad Inca con la hermana Francisca.

Cada encuentro compartido con ella, cada palabra, cada sonrisa, cada gesto, fue una muestra permanente del rostro de Dios. Una religiosa sencilla, alegre, abnegada, cercana, cariñosa.

Una mujer que sólo busco a Dios en su vida en el día a día. Una mujer que a través del silencio supo dar a los demás, a todas sus hermanas de comunidad ese rostro vivo, tierno y misericordioso de Dios. Una mujer que supo hacer agradable la vida de los demás a pesar de las dificultades que se le presentaban con la edad.

Siempre que algunas hermanas íbamos a misa fuera del colegio por la mañana los fines de semana, y ella se quedaba en casa por su situación, nos esperaba y cuando regresábamos para desayunar todas juntas nos recibía con una gran sonrisa y con ganas de vernos. Le gustaba estar con todas y sentirse acompañada.

Gracias Francisca por tu entrega, tu ejemplo y tu gran amor al Señor y a la Virgen, gracias por querer a tu comunidad, gracias por dejarte querer y ayudar, y gracias por compartirme parte de ese rostro de Jesús que llevabas dentro y del cual ya estás gozando plenamente. ¡GRACIAS!»

H. Raquel Martínez

«La presencia de la H. Francisca Bauzá ha sido una bendición de Dios en nuestra comunidad, en nuestra Congregación y damos gracias a Dios, por el Don maravilloso de una vida totalmente entregada a Él, y con alegría, “entre fogones y pucheros”, al servicio de los demás.

También damos gracias, por su presencia en estos últimos años de enfermedad; ternura derramada en cada mirada, en cada sonrisa, en cada apretón de manos…

Todos los que hemos vivido con ella, somos testigos de que su vida ha sido donada, con gozo al Señor, dejando una huella imborrable en quienes la hemos conocido. Una Religiosa buena, alegre, muy detallista… siempre reflejando el amor y la ternura de este Dios que la ha cuidado siempre de una manera especial.

¡Cuánto cariño depositado en tantos corazones!… ¡Cuánto detalle y generosidad en los niños, en los profesores, en su comunidad!… Gran luchadora siempre velando y cuidando de los demás.

Ha servido durante más de 75 años a sus hermanas con los dones que Dios le dio sin escatimar ningún esfuerzo. Ha ofrecido su vida de oración y entrega por amor a su Congregación, a la Iglesia. Ahora ya ha encontrado el Rostro de ese Cristo que la acogido, amado y deseado desde siempre.»

 

Francisca Bauzá


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