A por otros 100 años más

Ilustración Madre Alberta

A por otros 100 años más

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Finaliza el centenario

La celebración del centenario de la muerte de Madre Alberta finaliza hoy 21 de diciembre de 2023. En todas las obras de la Pureza, hoy se ha celebrado con gran gozo la clausura de este centenario.

También se reunieron las hermanas el 17 de diciembre para celebrar la clausura del evento con una oración online. En ella la H. Francisca Arbona nos acompañó en un recorrido por nuestras Casa Madre en Palma:

Recordando su vida

Pedro Antonio Matheu Mulet, biógrafo de Alberta Giménez, nos recuerda que la Madre:

Acaudaló ricos tesoros para el cielo, al que voló apaciblemente en brazos de su celestial Esposo el 21 de Diciembre de 1922.

Muerte envidiable, ciertamente, la suya que a la avanzada edad de 85 años dejaba el destierro del dolor para comenzar a vivir en un mundo mejor, la vida verdadera (…)

Cada día de los que transcurrieron en su postrera enfermedad, fue un día de nuevos actos de virtudes, de paciencia, de conformidad, de obediencia, y, sobre todo, de caridad.

¡Oh, la caridad de M. Alberta!

Cuenta una religiosa que una noche en que estaba ya adelantada su enfermedad la veló. La Madre la llamó y le dijo: “Siéntese V. aquí, apoye la cabeza y duerma; si la necesito la llamaré; mañana ha de trabajar V.; (110) las cazuelas son grandes y necesita V. fuerzas; duerma” Y como viera que la buena Hermana no conciliaba el sueño volvió a decir: “¿No duerme V., Hermanita? Dispénseme V. si no la dejo dormir; mi alivio es repetir ¡ay!, ¡ay!”

Gracias por estos 100 años

Gracias Madre Alberta por el legado de tu obra.

Un año se queda corto para celebrar todo lo que la Pureza ha vivido estos 100 últimos años desde que Madre Alberta nos dejó: Las fundaciones de obras en América y África, el nacimiento de Foc y Deja Huella, el hermanamiento con Fe y Alegría, la bendición de la multiculturalidad con hermanas europeas, americanas y africanas, el surgimiento de MFA… muchos dones surgidos alrededor de un mismo carisma.

Después de estos 100 años sólo podemos dar gracias a Dios, por tanta generosidad de hermanas y laicos que han ofrecido su vida y su tiempo en la tarea de la educación.


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