
08 Sep Profesión temporal y Bodas de Plata en Lubumbashi
La comunidad de Lubumbashi (República Democrática del Congo) vivió un día muy especial a inicios de septiembre. La H. Marie Hélène Mwisange hizo su profesión temporal en la congregación Pureza de María, en una celebración que coincidió con las bodas de plata de las hermanas Francine Mitshiabu y Clémentine Kapinga.
Preparativos en fraternidad
La fiesta comenzó a gestarse varios días antes. Las hermanas de la comunidad de Lubumbashi, las del noviciado y las que habían viajado para la visita canónica se unieron a los preparativos. Más tarde se sumaron las comunidades de Kafakumba y Kanzenze. También colaboraron residentes de la residencia universitaria de Lubumbashi y religiosas amigas de la congregación. Entre todas cuidaron cada detalle: la decoración de la capilla, los murales, la liturgia y la comida. Los preparativos de la celebración fueron ya un signo de fraternidad y alegría compartida.
Una eucaristía festiva en Lubumbashi
La celebración tuvo lugar el sábado 6 de septiembre a las 9 de la mañana en la parroquia Santa Elisabeth de Lubumbashi. Presidió la eucaristía el arzobispo Mons. Fulgence Muteba Mugalu, acompañado de numerosos sacerdotes cercanos a la comunidad reunida. La iglesia estaba adornada para la ocasión y el coro entonó cantos que dieron profundidad y belleza a la misa.
En su homilía, el arzobispo animó a agradecer el misterio de la vocación y a vivir con el corazón centrado en Jesús, que es el sentido de la consagración.
El sí de cada hermana
La H. Marie Hélène pronunció por primera vez sus votos de pobreza, castidad y obediencia, expresando su deseo de consagrarse al Señor en Pureza de María. Posteriormente las HH. Francine y Clémentine renovaron sus votos con ocasión de sus 25 años de vida consagrada y al terminar, la comunidad acogió con un gesto fraternal a la H. Marie Hèléne en Pureza de María. Al finalizar, la H. Francine quiso dirigir unas palabras de agradecimiento en nombre de las tres.
La misa concluyó en un ambiente de gozo que se prolongó en la mesa compartida. Esta celebración recordó que Dios sigue llamando y que hay corazones dispuestos a responder: “Aquí estoy, envíame”.
La Iglesia y la congregación se alegran por este testimonio de fidelidad y esperanza. ¡Que Dios bendiga a nuestras hermanas y les dé su amor y gracia para permanecer fieles a Su voluntad!
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