ENSANCHA EL ESPACIO DE TU TIENDA

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ENSANCHA EL ESPACIO DE TU TIENDA

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“Ensancha el espacio de tu tienda, despliega tus toldos sin reparo:
Alarga tus cuerdas, refuerza tus estacas” (Isaías 54, 2)

Quiero ser

Quiero ser tierra de acogida, y extender mi tienda, ensanchar mi espacio, desplegar
mis lonas, alargar mis cuerdas, clavar, atar y reforzar mis estacas.

Quiero ser tierra de acogida, quiero que mi corazón sea como esa tienda de la que
habla el profeta Isaías, para que se puedan reunir todos los que se acerquen heridos
de corazón y sufrimiento, los olvidados del mundo.

Los que vienen huyendo de sus vidas, de sus heridas, físicas y morales, los que han
recibido golpes bajos y acciones lamentables y están vencidos, y hundidos en el barro
de su sin sentido.

Que entren todos los que viajan sin equipaje, porque lo perdieron en las olas bravas
de los mares surcados o entre los escombros de lo que fueron sus hogares.

Tierra de acogida

Quiero ser tierra de acogida, para los que ya no pueden llorar, porque sus lágrimas se
acabaron en el bote, en las barcazas, entre las concertinas, o las mantas doradas de
los seres queridos, varados en la orilla de cualquier playa.

Tierra de acogida, para los que se sienten huérfanos de padres, de raíces, de patria…
Tierra de acogida, para acunar al bebé que llora sólo en el silencio de la noche oscura,
sin el calor de los brazos maternales que se quedaron fríos y yertos en el océano que
les arrancó la vida…

Tierra de acogida, donde puedan estar entrar los que necesiten una caricia, un vaso
de agua fresca, una manta, o mejor el calor de de ese abrazo casi maternal, que
apenas recuerdan, o la mirada llena de ternura de unos ojos de amor, de ese amor
que tú nos enseñaste y nos dejaste como mandato:

“Amaos unos a otros, como yo os he amado”.

Tienda ensanchada

Tierra de acogida, para poner esterillas, agua, comida caliente… AMOR.
Tierra de acogida y tienda ensanchada, como la tienda en el desierto del pueblo de
Israel, allí entre los más pobres de los pobres, como decía Madre Teresa de Calcuta.

Tierra de acogida, tienda del encuentro con los que necesitan la fuerza de tu amor y la
ternura de tus manos sobre sus cuerpos destrozados, somnolientos, sedientos,
agonizantes, con los desheredados de la tierra y preferidos de Dios.

Y escuchar de
tus labios tus palabras sanadoras: “Soy yo, no temas”.
Ojalá que en mi tierra de acogida se ensanchen sin miedo las lonas de mi tienda, y
asegure mis estacas para que entren todos mis hermanos, y con ellos compartir calor
de hogar, de hermandad y pan de trigo.
Tierra de acogida y tienda ensanchada por amor a TI, y por ese amor, a mis
hermanos.

H. Mª Jesús Diez, RP.

 

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6 Comments
  • Yissel
    Posted at 23:39h, 18 octubre Responder

    Me ha encantado… 💓

  • Jacinto Icart Orbañanos
    Posted at 10:18h, 19 octubre Responder

    Como de grata costumbre, un bello texto de la Hª María Jesús.
    Su lectura pausada invita a la reflexión. La mía es si yo particularmente cada día me puedo convertir en «tierra de acogida» con todas las personas que trato con ellas durante todo el día. A los necesitados que cita el texto con preferencia, pero también con los que no lo son y disponen de un supuesto bienestar. Todos estamos necesitados de algo. No siempre tiene que ser lo material. Todos padecemos de días «oscuros», días tristes, llenos de preocupaciones por el trabajo, la familia, la salud, el amor. Malos tiempos nos tocan vivir en los cuales las malas noticias afloran más de lo acostumbrado. Caer en el desánimo, en el temor, nos hace más vulnerables en todo.
    Por ello necesitamos muchas «tierras de acogida», necesitamos poder hablar, necesitamos oír palabras de consuelo o de ánimos. Tal vez un abrazo, una llamada telefónica… un «¡¡¡ aquí estoy!!!»
    Cada uno de nosotros también debemos convertirnos en «tierras de acogida»… alzar la vista, agudizar los sentidos, y estar siempre predispuestos a convertirnos en un bálsamo curativo de personas necesitadas.
    Gracias María Jesús por hacernos pensar, por hacernos tener presente a todos los necesitados.

    Jeremías 10,20. Mi tienda está destruida, y todas mis cuerdas rotas; mis hijos me han abandonado y no queda ninguno. No hay quien plante de nuevo mi tienda ni coloque mis cortinas.

    Pues ea!!! Plantemos nuevas tiendas y coloquemos cortinas a quién lo necesite.

  • Pilar Ruiz de Velasco
    Posted at 14:13h, 19 octubre Responder

    Todos debiéramos ser« tiendas de acogida», en cualquier momento de nuestras vidas.
    Reconfortante de principio a fin
    Gracias, Ma Jesús

  • Aitziber Landa
    Posted at 21:47h, 19 octubre Responder

    ¡Qué forma tan bonita de expresar tu anhelo de ofrecer cobijo, refugio, acogida, protección! Mientras lo leía, pensaba en las tiendas de Moria, destruídas, devastadas. Campo de Refugiados nos atrevemos a decirle a ese lugar que tan poco refugio ofrece a sus moradores. Y al terminar el texto, esa tienda que has elegido como imagen final… Tu tienda, cálida y acogedora y que tanto deseas ensanchar.
    Aitziber

  • Visitacion
    Posted at 15:24h, 24 octubre Responder

    Realmente, Ma. Jesús, un regalo para pensar, reflexionar, ensanchar nuestras tiendas, acogiendo a todos, los de lejos y los que tenemos a nuestro lado. Gracias, Ma. Jesús

  • VISITACIÓN LORENZO HERRERO
    Posted at 15:39h, 24 octubre Responder

    Aunque lo he hecho por Whatsapp, lo repito desde correo electrónico. Muchísimas gracias Ma. Jesús. Mi abrazo en comunión.
    VISITACIÓN, SF.

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