Entregada a la educación

recorrido-portadaAlberta había aprendido de Francisco el arte de educar. Él era pedagogo de renombre en la ciudad de Palma, y daba conferencias de Pedagogía en el Ateneo, centro cultural de la ciudad.

Alberta quiso ser maestra; se presentó a los exámenes a los 21 años y obtuvo el título con sobresaliente.
A los tres años de casarse, comenzó a dar clases particulares a petición de algunas amigas de la familia. Después, abrió su propio colegio y, posteriormente, junto con Francisco, inauguraron otro centro.

Aquellas experiencias educativas la marcarán para toda su vida. Le entusiasmaba enseñar y abrir la mente a las niñas y jóvenes que se acercaban. ¡Cuánta necesidad de educación hay en Palma! ¡Si pudiéramos atender a más gente!, se decía inquieta.

Parecía una época tranquila y, profesionalmente, muy enriquecedora, pero Francisco cayó enfermo y, en pocos meses, muere. Alberta queda rota por dentro. ¿Cómo entender lo que Dios quiere de mí?

Cierto día, una representación del señor alcalde y del obispo se ponen de acuerdo para visitar a una señora viuda de 32 años, conocida por su labor profesional como maestra. Se trataba de Alberta Giménez. Le piden que se haga cargo del colegio de la Pureza que dependía del Obispado. Ella respondió que lo pensaría. La petición le había dejado “sin palabra”. Mientras, se fue enterando bien de la situación de dicho colegio. Resultó ser un centro en situación bastante deplorable, que deseaban “resucitar” por depender del obispado. “Dios mío, ¡si fuera un centro nuevo! ¡Si no tuviera mala fama! ¿Qué quieres de mí?” Valiente y, sin pensar más en dificultades, dijo sencillamente: Si.

Se entregó con pasión a la educación. Ser maestra y ayudar a otros era el sentido de su vida. Mostró siempre un gran interés por la educación de la mujer de su tiempo, tarea tan abandonada por aquel entonces. Sabía que la ignorancia alza barreras, prohíbe y ciega. Ella soñaba con derribar muros, establecer puentes y despertar la mente y el corazón de las niñas y jóvenes. Supo ser sensible a esas necesidades y responder a ellas con acierto y eficacia.